Tácticas alejandrinas
Pequeños grandes cambios en el campo de batalla que revolucionaron la forma de hacer la guerra en la Antigüedad.
Alejandro Magno, el famoso rey macedonio, considerado como el general más grande de todos los tiempos. Sus conquistas militares le valieron forjar un imperio que se extendió desde Grecia hasta el norte de la India. Para lograr lo que se propuso, Alejandro necesitaba un ejército que estuviese a su altura, y el ejército macedonio lo estaba. Probablemente la mejor fuerza militar de su época, la falange macedonia aplicó una serie de pequeños cambios que, en conjunto, demostraron ser imparables para las formas hasta entonces convencionales de hacer la guerra.

A sus treinta años Alejandro ya había forjado un imperio que se estiraba desde Grecia hasta las regiones septentrionales de la India. En el proceso, las fuerzas de Alejandro, con su núcleo en la falange macedonia, demostraron ser superiores a nivel de organización, especialización y equipamiento a las otras fuerzas convencionales de la época, como la falange griega y la infantería ligera persa. El hecho de que Alejandro jamás haya sido derrotado en el campo de batalla, y que frecuentemente haya obteniendo victorias sobre rivales que tenían la superioridad numérica, se explica no solo debido a su capacidad estratégica y su liderazgo (así como sus excepcionales habilidades como guerrero), sino que también a partir de las capacidades del ejército macedonio, el más avanzado de su época en la Antigüedad. Fue Alejandro quien llevó a este formidable ejército a conseguir sus mayores éxitos y ganarse un lugar en la historia, pero su diseño y creación se la debemos a Filipo II, su padre.
Filipo II fue un visionario en el ámbito militar, y de no ser por su asesinato en el 336 a. C. a manos de Pausanias, un noble ofendido en un banquete a manos de uno de los suegros de Filipo (esa es la versión más aceptada de los motivos tras el asesinato, pues existen otras teorías como la que apunta a Olimpia, la madre de Alejandro), con toda seguridad habría recaído en él la gloria de conquistar el Imperio persa. Pero la historia no fue así. Su hijo Alejandro heredó el reino y con ello al poderoso ejército que Filipo había creado. Alejandro tenía sus propias ambiciones, y sin duda llevó al ejército macedonio al máximo de su capacidad, extendiendo el imperio más de lo que su padre probablemente había concebido. Para Filipo se trataba de conquistar a los persas, para Alejandro se trataba del mundo entero.
Antes de la imposición de la falange macedonia en el mundo antiguo, la falange griega, en definitiva la de la infantería pesada, ocupaba un rol central en la forma de hacer la guerra. Los griegos que derrotaron las invasiones persas de los años 490 a. C. y 481 a. C. tenían al hoplita (proveniente del hoplon, como eran llamados los masivos escudos de bronce que usaban estos soldados) como la base de su ejército; el denomidado guerrero ciudadano, que era reclutado para el ejército solo en situaciones en que la seguridad de la polis se veía amenazada. Los hoplitas formaban en falange, una extensa línea de soldados en formación horizontal apoyados por cuatro o más líneas de profundidad, en la que se cerraban tras sus masivos escudos de bronce de entre 90 y 110 centímetros de díametro, y lanzas de aproximadamente 2.5 metros de largo. Para quienes acostumbran ver películas ambientadas en la Antigüedad, será fácil evocar esa imágen de ambos ejérctos impactando en bloque, cada uno contra el muro de escudos y lanzas que el enemigo le ofrece. Esa era la especialidad del hoplita griego, utilizando su equipamiento como principal ventaja.
Una particularidad de esto, es que dicho equipamiento, que tranformaba al hoplita en un soldado de infantería pesada, fuertemente cubierto en bronce, permitía obtener una ventaja solo cuando se actuaba en conjunto a la unidad mayor, la falange. Por sí solo, y debido al peso de la armadura, poca movilidad, rango de visión y audición que otorgaba el casco, el hoplita era un enemigo fácilmente neutralizable. Explico todo esto porque la falange macedonia evolucionó a partir de esta estandarizada falange griega, y fue añadiendo otros elementos organizacionales que fueron capaces de amplificar cada una de las pequeñas modificaciones que se iban aplicando, hasta alcanzar una superioridad inalcanzable para el enemigo.
La falange macedonia que creó Filipo era distinta a la griega, aunque en esencia seguía siendo una falange. Se dividía hacia atrás en líneas de cinco hombres, cada uno de los cuales iba equipado con un casco de bronce, un pequeño escudo que se colgaba con una correa al cuello y al biceps izquierdo, y una nueva arma, la sarissa, una lanza que, a diferencia de la girega, de 2.5 metros de largo, alcanzaba los 5 metros de largo. Aquí se puede ver una primera distinción fundamental; mientras que en la falange griega el escudo era más grande y la lanza más pequeña, permitía solo ocupar el brazon derecho para manipular la lanza; por su parte, la falange macedonia, con un escudo pequeño sostenido en base a correas en torno al cuello y brazo, permitía sostener y manipular con ambas manos la sarissa, la cual era el doble de larga que las lanzas griegas.
En la escena de una falange griega chocanco contra una macedonia, el efecto clásico es que la macedonia podía avanzar con esos más de 3 metros de protección que le ofrecen las puntas de sus lanzas en dirección al enemigo, el cual debía superar este verdadero escudo de estacas para poder intentar hacer daño. Y la cosa no era así de simple, pues la longitud de las sarissas permitía que los soldados de las cuatro líneas de reserva que esperaban más atrás también pudiesen pinchar y hacer daño. El profesor Londsdale (Alexander the Great. Lessons in strategy, 2007) calcula que con la implementación de la sarissa, los macedonios pudieron aumentar en un 40% su capacidad de presentar puntas de lanzas en la primera línea de combate, la mayoría de estas viniendo de hombres que estaban más atrás en la formación, pero que podían alcanzar con facilidad a los enemigos dando estocadas con la sarissa.
La primera dificultad para el enemigo era encontrar una forma de aproximarse o detener ese muro de lanzas que avanzaba. Hasta esa época, simplemente no la había, y las falanges griegas y persas fueron aplastadas, sin mucho que poder hacer, por la arrolladora falange macedonia y su rango de casi 5 metros de ataque (demasido si consideramos que eran unidades de infantería pesada). Ahora, la falange macedonia no actuaba por sí sola, y hay otro elemento a nivel de organización militar, que quizás fue el más revolucionario de todos. Se trata de la implementación de fuerzas de caballería por primera vez en la historia de Grecia.
Nuevamente, la idea fue de Filipo II. Ya durante la primera invasión persa del 490 a. C. con la batalla de Maratón, el ejército ateniense debió hacer frente a un ejército que tenía fuertes unidades de caballería. Los atenienses escogieron bien el terreno, y lo acomodaron más a su inferioridad rodeando lo que serían los flancos de su ejército con troncos de árboles caídos en un intento de neutralizar a la caballería persa. El plan surtió efecto, y el combate se transformó en uno principalmente de infanterías, donde la ateniende, pesada, aplastó a la persa, más ligera. Los atenienes sortearon bien el problema estratégico que implicaba no tener caballería, pero la solución empleada era a la vez muy limitada (dependía en gran medida de un terreno estrecho donde los troncos de árboles efectivamente pudieran cortar el paso a la caballería). Fue una particularidad que puso en contacto a los griegos con la idea de la guerra montada. Filipo entendía que si eventualmente quería enfrentarse a Persia, debía hacerlo con un ejército con muchos elementos para neutralizar la diversidad propia del ejército persa.
Cuando los griegos, impulsados principalmente por Atenas y Tebas, comenzaron a resistir la influencia macedonia, terminaron provocando un conflicto que llevó a Filipo a invadir Grecia y poner a prueba su nuevo ejército, ante el antiguo paradigma griego del ejército liderado por Atenas y Tebas. La batalla de Queronea se dio en el 338 a. C. La falange griega no pudo hacer nada ante la macedonia, más ligera y equipada con sus enormes sarissas, que les permitía dañar al enemigo sin ser alcanzados por este. Pero la falange macedonia, superior de por sí sola, no era suficiente para asegurar una victoria total que dejase tantos muertos en el campo de batalla, que el enemigo no pudiese contemplar un rearme ni siquiera en un futuro lejano. Filipo había captado la utilidad que podían llegar a tener las unidades de caballería cuando se empleaban como complemento de las unidades de infantería menos móviles.
Pero la intuición de Filipo no era suficiente por sí sola. Para que una sociedad sedentaria integre la caballería en su organización militar, debe alcanzar un cierto grado de estabilidad y riqueza económica que le permita a los ciudadanos financiar caballos con los que presentarse a las unidades de caballería en tiempos de guerra. Macedonia, a diferencia de Grecia, logró una estabilidad económica que le permitió desarrollar rápidamente una fuerza de caballería porque era un reino unificado bajo una monarquía, donde el rey tenía control total de las finanzas. Las conquistas de Filipo, expandiendo cada vez más Macedonia, le dieron acceso a una cantidad enorme de recursos naturales, sobre todo minas de oro y plata, que le permitieron eventualmente financiar un ejército regular que a su vez generó un importante flujo de riquezas hacia el reino con conquistas aun mayores. En ese punto, la aristocracia había alcanzado una estabilidad económica suficiente como para permitirse desviar los caballos utilizados para medios agrícolas y logísticos, a la guerra. Puesto de forma muy resumida, Macedonia, a través de sus conquistas tempranas, generó una estabilidad y crecimiento económico en el reino que eventualmente permitió financiar unidades de caballería, algo que aun no era concebible en Grecia.
En Queronea, la falange griega debió enfrentarse a la dificultad de no poder atravesar el muro de sarissas macedonias, pero todo se convirtió en una masacre cuando la caballería macedonia atacó por la retaguardia a los griegos, empujándolos directamente contra la falange macedonia, que comenzó a ensartarlos sistemáticamente. Los griegos no pudieron hacer nada, y su ejército de más de 35.000 hombres fue destruido. Filipo se alzó como la figura más fuerte de Grecia, dominándola a través de la Liga de Corinto. La caballería como una fuerza fundamental para los ejércitos, había llegado para quedarse en el mundo griego.
Este mismo ejército al mando de Alejandro en Asia probó ser infalible. Ante los persas, se enfrentaron en tres batallas espectaculares, en las que eran ampliamente superados en número por las fuerzas enemigas. En la batalla del río Gránico, a los persas no les valieron de mucho los más de 35.000 soldados para hacer frente a la fuerza inferior de Alejandro, de cerca de 18.000 hombres. En Issos sucedió algo similar, con cerca de 100.000 persas enfrentados a 40.000 macedonios que obtuvieron fácilmente la victoria. En Gaugamela, las fuerzas eran aún más dispares. Los persas presentaron un ejército de más de 200.000 hombres ante los cerca de 47.000 macedonios. Alejandro obtuvo una victoria contundente, dejando a más de 40.000 enemigos muertos en el campo de batalla.
No importaba cuan grande llegase a ser un ejército persa, este sucumbiría ante las tácticas, organización y equipamiento del ejército macedonio, y la historia seguiría repitiéndose hasta el norte de la India. Los persas tenían caballería, pero para esta época la de Alejandro ya los superaba en diversidad (caballería pesada y ligera con mejor equipamiento), profesionalismo (su ejército regular entrenaba todo el año) y organización respecto al resto del ejército. Además, Alejandro tenía la particularidad de que además de ser un excelente estratega, era un gran guerrero que en las batallas luchaba en primera línea al mando de la caballería macedonia, delegando la dirección del ejército a otros generales de confianza. Eso, en su proyección de imagen como líder, tenía una influencia muy fuerte en los soldados, que se volvían mucho más proclives a luchar y morir por su rey.
Toda una serie de combinaciones que permitieron soñar a Alejandro con un imperio sin límites, el cual podría haber logrado de no haber sido tan mortal como cualquiera de nosotros. A sus treinta y dos años ya estaba muerto, y su imperio era repartido ferozmente por sus generales, hundidos en guerras civiles que terminaron destruyendo el sueño de Alejandro, pero que a la vez crearon nuevas realidades geopolíticas que fueron clave en el desarrollo del período helenístico. El Egipto Ptolemaico, denominado así por el general de Alejandro que tras su muerte, logró hacerse faraón de Egipto, el propio reino de Macedonia, y el poderoso Imperio seléucida, fueron todos resabios del imperio que formó Alejandro, y que dieron forma al período helenístico. La falange macedonia seguiría siendo una fuerza formidable en ese panorama, hasta que en la batalla de Pydna en el 168 a. C., enfrentaron a un enemigo superior que destruyó la hegemonía macedónica: las legiones romanas.
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