Las Guerras Púnicas fueron una serie de conflictos bélicos que enfrentaron a las repúblicas de Cartago y Roma entre los siglos III y II a. C. por la hegemonía del mundo Mediterráneo. En esta nueva serie analizaremos las tres Guerras Púnicas en detalle: los antecedentes y motivos, el desarrollo de las guerras mismas y sus consecuencias, así como las principales figuras que dieron forma a esta época que definió la historia del Mediterráneo, y por qué no decirlo, de Occidente y el mundo entero. Revisemos juntos la historia de las Guerras Púnicas.

Entre el 264 y el 146 a. C. Roma y Cartago lucharon tres cruentas guerras que culminaron con Roma alzándose como la principal potencia del Mediterráneo, y que son conocidas como las Guerras Púnicas. Los masivos choques navales en Ecnomo y Drepana, el impresionante cruce de Aníbal y su ejército por los Alpes, las aplastantes victorias del general cartaginés en Italia, las lágrimas de Escipión Emiliano al decretar la destrucción de Cartago, son todas escenas que reflejan la épica de estos conflictos que supusieron un momento de inflexión para la historia del Mediterráneo antiguo y Occidente.
El análisis de las Guerras Púnicas da para mucho (son miles de artículos y libros los que se han escrito sobre el tema), y condensar todo en un solo artículo tendría como resultado que se pierdan detalles y perspectivas importantes. Por eso es que he decidido presentar este tema con un nuevo formato de series, dedicando un artículo a cada una de estas tres guerras, partiendo por esta introducción, para revisar en detalle el contexto, las causas, las políticas internas y externas, los enfrentamientos y los desenlaces, así como las consecuencias generales de estas guerras y las conexiones que hay entre ellas.
Para los interesados en la historia militar o política, la de la narrativa de las grandes guerras y líderes políticos (y que lamentablemente ha comenzado a adquirir un sesgo negativo dentro de algunos sectores de la academia), el período de las Guerras Púnicas tiene material de sobra. Pero también es interesante atender a distintos enfoques –como puede ser la denominada historia cultural– para analizar desde nuevas perspectivas estos períodos y procesos que vienen siendo estudiados desde la época de los propios romanos. Así, por ejemplo, me parece que atender a las diferencias culturales de ambos estados es esencial para comprender por qué al final de estas guerras, al menos de las dos primeras –donde Roma y Cartago eran contendientes similares en cuanto a poder y recursos– los romanos terminaron alzándose como victoriosos en un conflicto que estuvieron cerca de perder en varias ocasiones. Atender solo a lo que sucede en el campo de batalla da una visión muy estrecha, y no permite explicar, por ejemplo, por qué Aníbal, a pesar de estar diecisiete años en Italia infligiendo constantes derrotas a los romanos, no fue capaz de ganar la guerra para Cartago. Pero no quiero convertir esto en un ensayo sobre la encrucijada entre dos ramas históricas como la historia política y la historia cultural, como le gusta teorizar el tema a algunos historiadores, así que volvamos a los aspectos generales de las Guerras Púnicas.
La Primera Guerra Púnica se luchó entre el 264 y el 241 a. C., principalmente en Sicilia por el control de la isla, aunque también vio las batallas navales más grandes hasta la época, y una desafortunada invasión romana de África. Luego de veintitrés años de arduo combate, con fortuna cambiante para ambos bandos, los cuales debieron enfrentar algunos de los desastres militares más grandes de su historia, Roma se alzó como vencedora, imponiendo duros términos de paz a Cartago. Poco más de dos décadas después, las tensiones entre ambas potencias volvieron a estallar, iniciándose la Segunda Guerra Púnica (218-201 a. C.), el más célebre de los tres conflictos, donde el general cartaginés Aníbal sorprendió a todos con su épico cruce de los Alpes con un ejército para invadir Italia y propinarle a los romanos aplastantes derrotas. Aun así, los cartagineses no supieron aprovechar el genio de su general, y lentamente comenzaron a perder la guerra en otros escenarios, Hispania y África principalmente, hasta que en el 201 a. C. acordaron términos de paz con los romanos.
La Tercera Guerra Púnica (149-146 a. C.) es un caso especial ya que supuso un capricho de Roma. Esta no era una guerra, como las anteriores, por la hegemonía del Mediterráneo, sino que una buscada por Roma, sin mayores fundamentos, con el solo fin de destruir la ciudad de Cartago. Aun así, por más corta y desigual que haya sido esta guerra, deja muchos puntos de análisis y anécdotas, partiendo por el hecho de que los propios romanos, al menos los de generaciones posteriores, tenían muy claro lo que había sucedido. El historiador romano Veleyo Paterculo sostuvo sobre Cartago que “acabó de arruinar aquella ciudad, odiosa al nombre romano, más por envidia del imperio, que porque hubiese dado entonces alguna ocasión” (eamque urbem magis invidia imperii quam ullius eius temporis noxiae invisam Romano nomini funditu sustulit fecit) (1. 12. 5). Ya va a haber tiempo y espacio para analizar eso en profundidad.
El próximo artículo, el #2 de esta serie, abarcará el período de la Primera Guerra Púnica en detalle. Los dos siguientes artículos tratarán la Segunda y la Tercera Guerra Púnica respectivamente, con lo cual se dará término a la serie. Espero que este formato funcione y nos permita abordar tanto como sea posible de este momento fundamental en la historia de Occidente y el mundo entero. Sí, ya lo dije, pero imaginen qué habría sido del mundo si Cartago hubiese obtenido la victoria final. La historia del Mediterráneo definitivamente habría sido otra, y con eso la de Occidente y el toda la humanidad. Quizás no habría existido el Imperio romano, y con eso todo el legado cultural y la cosmovisión sobre la que se forjaron a posterior los distintos pueblos occidentales. Esa es una de las razones de por qué es tan importante conocer el proceso de estas guerras. Comprender la historia de las Guerras Púnicas es comprender una parte fundamental de la historia de la humanidad.
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